Mis prejuicios y yo.

Cuando era aún pequeño, solía pasear junto a mi familia por el centro de Lima, caminar y comer dulces era toda una sensación incansable y placentera. Durante mi adolescencia hasta hace varios meses atrás, mi concepto acerca del Centro de Lima había cambiado por completo. En mi cabeza solo concebía calles sucias y tétricas, peligrosas y contaminadas, avenidas inseguras y abarrotadas de gente. Mucho de ello puede ser cierto, pero si apreciamos todo eso desde otra perspectiva, podemos darnos cuenta que dentro de todo ello, podremos encontrar muchas cosas interesantes, mucha historia, muchos lugares llenos de tradición y por qué no decirlo también, algo de belleza.
Sin duda, el centro de Lima, con todas sus carencias, conserva tradición, cultura y mucho por descubrir. Desde las vendedoras de picarones hasta los viejos balcones sucios y descuidados podremos apreciar aquellas historias que guarda este lugar, ahora, para mi, más especial que nunca.

Es curioso. Antes, solo rechazaba ir al centro por simples y estúpidos prejuicios (mis amigos son testigos de ello), ahora es el lugar que más visito, no solo para fotografiar, siendo éste un lugar perfecto para ello, sino también para conocer más de mi historia, conocer más de mi realidad actual, realidad que es necesaria, por lo menos, observar por todos, comer todos los dulces que pueda resistir mi estómago, caminar y respirar el aire capitalino mientras se percibe el movimiento inacabable de los pasos de los limeños.

Definitivamente seguiré yendo a fotografiar, caminar por las mismas calles una y otra vez, pero además y sobretodo iré a pasarla bien. Mis prejuicios ¡ya fueron!











Post dedicado a los amigos que fueron testigos de estos pasados prejuicios. Y los dejo con esta canción que escuché hoy en el carro, la cual fue el motor para recordar mi experiencia y también, para escribir este post.

Los Troveros Criollos - Cristal herido

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